Y de repente se me había olvidado
para qué quería recordar.
Luego, vi tus ojos
recordé tu sonrisa
y las justificaciones a mi memoria bendita
no me pudieron ya nada refutar.
Así es la cosa contigo,
para qué lo habríamos de negar.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario