Lo sé:
yo no nací
para hacerle al equilibrista
mientras contengo la alegría
cuando respiro.
Tanto como no he olvidado
el no saltar demasiado
la felicidad atrapa
y es una cuerda floja
que he intentado atravesar
en más de veintiséis ocasiones
y siempre con un moretón más.
Pero qué le voy a hacer
creo que algún dios bueno
me ha dado el permiso
de ser auténtica con lo sereno
mandarlo a la fregada,
ser una explosión-serpentina sideral.
Regalos insospechados
que guardaré en una cajita de cristal
por si vienen los charcos
o por si hay abundancia de soledad.
Miro la luna:
se ha vuelto una naranja flotante
y el mundo me vuelve a vibrar.
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