domingo, 5 de julio de 2009

Confirmación amorosa de casi ocho períodos

Un solo sol no ha mis ojos
derretido
mis labios
sumergido
y mi voz
enronquecido
sin que mi mundo se deshoje
a pedacitos
tibiecito
como la temperatura ideal
de estos veintitantos
para poner a trabajar mis neuronas
sólamente en ti
para echar a andar el carro amoroso
que es este corazón.

Si los almanaques hablaran
te dirían que son muchos días
demasiados meses
y suficientes años
de este vaivén de frutas futuras
que sólo recogen orquídeas
mientras me dibujan la vida
al compás de tu lejana y presente voz.

Ya nada ha cambiado
ni cambiaría
ni cambiaré, aún estando en otro estado
una mente a licuefacción en Saturno
un par de zapatos de charol prestado
un ramo de flores que perfume tu cuarto
una pluma sin tinta
que murió al declararte mi amor.

Y es que por ti detuve el tiempo
amo tu sombra, tu fantasma, tu recuerdo
amo lo que me sobra de tus frases
lo que me ahorraste de desvelos
las lágrimas que nunca oyes
porque ni siquiera me acuerdo
cómo se lloraba
de tanto conocer el dolor.

Errores los he hallado entre la cantera
del piso que tú y yo pisamos
pensarás que has sido uno de ellos
te corrijo y te digo
que este páramo vale el amor que le profeso
porque aquí anclé mis años
y los bordé en la solapa de tu saco
y en la ceguera de tu rígida razón.

Un solo sol no ha mis ojos
derretido
mis labios
sumergido
y mi voz
enronquecido
sin que mi mundo se deshoje
a pedacitos
tibiecito
como la temperatura ideal
de estos veintitantos
sin que mis puntos cardinales a ti vengan;
como quien sabe
que sólo se vive por amor.

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