viernes, 31 de octubre de 2008

Ecuación equilibrada

No soy yo la que desliza sus dedos
sobre el teclado
soy el viento que cansa los párpados
el silencio que arrastra los pies
y deviene en carámbanos precoces
que tallan en la piel de un niño-hombre
sueños de megalómano agigantados.

No soy la hora intermedia
entre las veintitrés con cincuenta y nueve
y las doce sesenta
soy en todo caso
la media vuelta con transportador mal colocado
la contradicción comprobada
en una ecuación equilibrada...

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(en la lejanía de un beso escarlata

siempre existen
veintidós segundos más:
uno por cada pliegue en los labios
la raya que pinta los amores
que el corazón feliz
ha guardado y amado
porque vivir y amar
se constituyen en la absoluta verdad
en la única razón).

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