Te busco como a tientas: por la calle, en el camión –cuando me subo-, en el cine, en el espantoso tráfico del Periférico y hasta en el caótico centro de esta pequeña ciudad. Voy recolectando trozos de lo que pudiera ser tu cara: hoy tus ojos en el cruce de Echeverría y Nazario Ortiz, mañana tu boca en la sala 3 de la cámara alternativa en la plaza irreal, a la tarde, tu andar enmedio de las hormigas consumidoras a plazos cortos y fijos; a la noche, tu espacio entreverado por las luces de los carros fatigados.
Te busco como a tientas, sí, para no equivocarme: lanzo anzuelos al azar porque sé que la sopa cuántica te da lo que tu esencia quiere. Me visto de señales, signos multívocos para que tus elementos den conmigo desde siempre. Y formo tu cara: las cejas, los ojos, la nariz, la boca, las orejas, la piel, rastros de juventud –espinillas-, de ansiedad y tristeza –arrugas-. Me preparo una especie de respuesta prefabricada, partiendo de que te busco como a tientas. A tientas, diré un “Hola, cómo has estado”, para que me respondas un “Algo cansado, pero dispuesto a platicar”. Y de ahí, camino con tu cara que me formé de andar como a tientas por todos los rincones que ni te imaginas –porque quizás no existes, porque a lo mejor piensas lo opuesto a lo que yo pensaría-. Camino también como a tientas, ya sabes, la ley de las posibilidades en los mundos creados a partir de Yo son diferentes a las que nos son impuestas por el dios del sector III, nuestro sector: la creación, la bendición, la esperanza. Las dos primeras son en indicativo, la segunda es subjuntivo atribuido por cuentos rosas y realidades enfermas.
Camino contigo como a tientas y tú me imitas. Tal vez haya un “Lancémonos a la etapa de tentar lo que es querer por enésima vez consecutiva”; o a lo mejor nos decimos un “Eres perfecto, eres maravillosa; pero yo prefiero quedarme rotando perennemente en este círculo de la comodidad que tanto me hastía. Las montañas rusas se fueron con él/ella”, a lo que vendría un “Buena suerte, sigue participando en la otra vida”.
Te busco como a tientas desde que me di cuenta que nací para compartir el amor con el que me engendraron. Y yo sé que te he encontrado al menos dos veces en mi vida. Pero a tu cara le dio por mirar por otros lados…
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