Ítacas de mi vida
son trece años esperando
subir
a la piel del mar
hasta olvidar
las tarjetas telefónicas
el montón de camisetas flojas
y este corazón de cuerda
que no donaré.
No llegué al hogar
y no me importa.
No espero besar ni acariciar
y tampoco lloro.
Ahora sólo quiero cantar
junto a la arena donde despertó
tibia
la ilusión de mi cabello
una noche.
lunes, 19 de diciembre de 2011
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