Eres la risa de abril
contenida en los textos sabios,
la alegría que llegó hasta aquí
en frascos de un perfume de otro tiempo
y se esparce, febril
enseñándome la dulzura
protegiendo mis atribulados labios.
Eres la fuerza que me hace dimitir
el orgullo falso de mis pocos años.
Bienvenido seas
con todo y tus demoras
tus silencios que me queman
tus escaleras y tus bromas.
Acepto lo que hay en ti,
el instante que llega y se acerca
con la tibia miel de tus pasos.
Acepto la bienaventuranza
de decir por primera vez que sí
a tu espacio.
domingo, 25 de diciembre de 2011
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