Pasa que fuimos muy viejos
así no hay lugar posible para el reproche.
Tu caballito de mar
se hundió entre las nubes
dejándome las manos libres
para cantar otra ave.
A quién puedo ir a reclamar
esta arena silenciosa,
el vestido de otro día se alista
calla, escucha,
observa cómo baila
a pesar de la inercia dormida en mi cuerpo.
Cómo no callar, si fuimos muy viejos
la cobardía es propia de estos años.
A mí me quedan collares nuevos
zapatos verdes para engañar al invierno.
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