Una mañana se abrió el cielo
y en el calor de un sol de enero
me trajo tu nombre.
Una mañana desperté creyendo
la posibilidad de los milagros
y te besé septiembre.
Una mañana bendeciré la lluvia
la nieve, la primavera y el inverno
por ese anhelado instante.
Instante cósmico que me catapultará
hacia la eternidad de mis ígneos días.
Tuyo es lo que me queda
y es tiempo y risa, más que nada.
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