En la tarde
como una ráfaga de tu aroma
nacieron tres naranjas
en lo que se llenaba la luna.
Murieron los azahares
pero la trinidad
en mi vientre
como algo inesperado se hizo presente;
Y en mi solitaria estadía
en este valle de los ausentes
te pensé como la más dulce osadía
que Dios hizo
en mis días silentes:
Con la primera de las tres
bendeciré tu nombre
a diestra y siniestra;
con la segunda,
formaré puentes
hasta llegar a tu vera;
y te impregnaré la cara y los huesos
de besos tiernos
otros como lenguas de fuego,
Con la tercera.
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