Deslizaré mi dedo índice
en cada símbolo que forma su nombre
y pintaré con sol de mediodía
las nubes
por cada vez que sus sílabas pronuncie
cuatro, como los puntos cardinales
una suerte de mapa sin pretensiones
más que en su puerto desértico
en silencio arribar.
martes, 6 de enero de 2009
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