Y de pronto
abrí esa caja mágica
y me encontré con unos aros
enmarcando tus infantiles ojos.
Debajo estaba una sonrisa
como sol de mediodía
de esos que son felices
y al quemarte no produce dolor.
Y como por arte de magia
me sentí de una felicidad invadida:
eres tú mi ángel, mi guarida.
Yo por tí soy flor que no caduca
y sonríe a tu lado a esta rara vida.
Quien diga que en el desierto
encuentras sólo nada
está en un desacierto:
Benditos tus labios, bendito tu cuerpo
benditos tus ojos y tu aliento
tanta luz como agua corre
y todo salió de tu desierto.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario