Cuando las manos de un niño-creador
se filtra por el túnel
que baja a los ángeles a la mortalidad;
Sopla el viento
como el viejo azul del desierto
y barre las hojas
que giran cadenciosas
con cierto aire de banalidad.
En medio estoy yo
mirando por la ventana
es la hora más perfecta después de la alborada
y la más pacífica antes del anochecer.
Y sólo miré hacia arriba
para no agachar la mirada:
una mujer siempre es una reina
aunque sea de la Nada.
Y a mi linaje
presta voy a obedecer.
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