Prometo no volver a dormir
los domingos vespertinos
para evitar los ojos entristecidos
checando la mudez del entorno
y sus accesorios.
Prometo no volver a anestesiar
la soledad.
(¿quién me he creído
tener la libertad de soñar
para acompañarme los domingos?).
Prometo encarar el abandono dominical despierta.
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