Oyendo a Rajmaninov
recuerdo aquellos primeros intercambios
signos surgidos
de tus manos y las mías
el preludio musical
ataviado de su mejor sonrisa
las más perfumadas palabras
para conquistar
lo que ahora es pan diario
a la espera del prometido paraíso.
Hemos vivido como si fueran diez años
A setenta y tantos días
ya nos extraño, ingenuos
ya me enternece tanta locura
ya al fin nos acepto cotidianos
ya soy de tu cielo la enamorada
ya soy incapaz de zafarme de tu hombro
o de ser tu rama para colgarte la risa
y también me da tremor en los labios
tu futura ausencia oscular en mi vida
o la ausencia de mí en tu devenir bactriano.
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