No hemos escrito nada.
A lo mejor el agua sagrada
contenida en los cactus...
A lo mejor las espinas conteniendo
amor o rabia...
A lo mejor el polvo en los ojos,
esta lluvia de paso
nada más vista allá en el cielo.
¿Has oído cantar las plegarias
en la arena sin agua?
Abrí mi corazón
y dejé una gota de sangre
en las venas de mi madre primera.
Vi caer la luz
y me dolieron los huesos
de tantos y de nadie.
Escuché la promesa del viento
y por eso escribí
que no hemos escrito nada.
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