Como una flor que nace para jamás morir
así me transformas
paso a paso
con tu sonrisa de niño bueno.
Alegría de los álamos y los cipreses,
de los charcos secos que llaman la lluvia.
Alegría de las naranjas y los peces
y esta piedrita de luna que es para ti.
Alegría en mí de saberte la nota
de mi insistente, recalcitrante tambor.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario