Yo no vine a exigir nada:
por los campos de nubes
habré visto ya
que la vida me da lo que me mantiene a flote
que no tiene números rojos conmigo
que he sido yo la que le ha agradecido
que de locuras forme mi propio lugar.
Yo no vengo a pedir nada:
lo que es de una reina de su propio espacio
suyo siempre será.
Tengo mis pensamientos
un cabello rojo artificial
mis sentimientos al viento
y unas ganas enormes
de comerme el mundo entero
por la misma ventana
con la que un día duermo y sueño
y al siguiente vuelvo a soñar.
Yo no he rogado nada:
todo lo que tengo me ha llegado
porque lo merezco;
la hipocresía y la necedad
merecen ser el premio
al iracundo reprimido por falta de lealtad.
He caminado por vados y ríos
he nadado sobre montes y lirios
no pido nada que no sea mío
no retengo nada
porque mi propio nombre
no enjaulo ni restrinjo.
No he venido aquí a redimirme de mis escritos
el arrepentimiento no lo traigo en mi equipo
de primeros auxilios
los corazones ciegos y francos
no necesitan de esos atisbos
ni de vagos mecanismos
ni de artilugios o bautismos:
lanzar el sentimiento al rojo vivo
es premisa para quienes tenemos uno
dentro de los bolsillos.
No vine aquí para salvarme de mis locuras
un ser supremo sabe bien lo que mi alma busca
y quedar bien ante los necios
no es mi verdad.
No vengo aquí para decir
que no echo de menos ese abrazo
más bien vine a decir
que por abrazos como ése
existe la vida
y vida, te di un trozo de la mía
por haberme regresado
las ganas de enunciarla erguida.
No he venido aquí para suprimir tu nombre
pues es tu nombre el eco
de la maravilla de este mundo;
tampoco he venido a rendirle pleitesía a tu huidizo ego:
no amo a tu ego
más bien quiero tu ser verdadero.
No vengo aquí a repasar llantos
he venido a decirte
que tiempos esperé, no sé cuántos
para comprobar mi teoría:
el mundo gira por seres de magia divina
como la que tú portas
y que sentí cuando te dije:
hoy tú me miras.
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