Desde que dejaste mi suelo
he notado que duermo más de lo debido:
debe ser
porque intento en sueños viajar donde tu oído
y hacerte sentir
que tu sonrisa me hace falta
para iluminar este otoño cohibido.
Me pierdo entre la nada de lo onírico
me dejo a su suerte
porque el llanto no permito
navegar entre mis sábanas
mis vestidos o mis ganas.
Por eso duermo, mucho para sentir
que la distancia se acorta
y el tiempo se vuelve nada.
Duermo para acallar mi conciencia
de no decirte de frente que te quiero
que me hace falta tu discreto encanto
que una vez tú en mi territorio la vida
se volvió tormenta de luz
cuando antes era sólo un triste charco.
La niebla me arropa cómplice de mi lejanía
ella me brinda horas de noche en el día
y yo sueño, sí
que tus manos, tus ojos
tus remolinos al viento y tu risa
están en mí, aquí, todavía.
Desde que dejaste mi suelo
he notado que duermo más de lo debido:
debe ser
porque te volviste todo lo que he querido
debe ser
porque mi todo te extraña
y sólo en sueños te lo digo.
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