Olvidé decir a esos ojos
lo bellas que son las flores celestes
cuando termina de llover y los cipreses
bailan sus ramas con las golondrinas.
Olvidé entregarle a esas manos
la alegría de una cantera rosa y amarilla
la incredulidad de las sonrisas tardías
y la fluorescencia de mis dientes al dormir.
Olvidé compartirle a esa voz
lo más importante de lo que poseo en vida
un girasol que da vueltas en mi cabeza
un sol-luna pintado sobre la cabecera
miles de letras que juegan a que yo no las lea
y un reloj descompuesto que está puntual
en la trascendentales fechas
y los demás días le da por cantar.
Y todo por saberme eterna frente a sus elementos
y todo por sentirme toda
enmedio de la nada
cuando en silencio le hablo.
viernes, 12 de septiembre de 2008
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