La vida no comienza
cuando la tristeza de las noches sin estrellas
sin paz y sin luz.
La vida misma empieza
cuando tu risa
en la galaxia de Andrómeda resuena
y mil aves de desconocidos nombres
brillan con fiereza
al grado de creerlas estrellas.
La vida misma comienza
cuando los relojes se disipan y enderezan
la ebullición de los mares
el temblor de los suelos
el desasociego de los hombres sin sueños
el temor a no ver la luz.
Y dispone sobre el manto estelar que nos vigila
la certeza de que habrá luz mientras se la pida
mientras un par de ojos como los tuyos
puedan creer que con tu respirar
devuelves la vida misma
a quien en esta noche
le da por cantarles
a mil horas-millas náuticas-luz.
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