Recuperar la fe en la humanidad
es muchas veces más difícil que empezar de cero
ponerse desnudo bajo el aguacero
o incluso saltar al abismo sin mirar.
Recuperar la luz en el otro
es muchas veces más tortuoso que buscar oro
maquillarse el alma
o aprender a naufragar.
Por eso estos minutos
han valido la pena de un letargo de años:
de serenidad y abrazos
así fue como las estrellas vistieron mi noche.
Juro no exigirle nada a la vida por hoy;
me basta con haber sentido esa Presencia aquí
sus abrazos serán como gasolina
para varios años-luz más.
Yo tenía razón:
Gracias por existir.
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