Te busco entre estrellas y nubes
debajo de las piedras
y hasta en las rayitas de las llantas en el asfalto.
Necesitaría un montón
de kilómetros no recorridos
para dar en el punto
en el que converge lo extraño con lo huraño.
El cielo rojo esta noche me pone a pensar
si Marte se habrá instalado en mi casa nada más
y por eso yo veo la vida distinta
a como la ven otros
incluso tú.
Tal vez por eso yo escriba letras al viento
unas que no tienen boomerang
ni fin ni comienzo:
el escritor nunca hace palabras al abismo
el corazón exige un destinatario preciso.
Puede que hoy mejor
decida cantarle
a las ranas que nunca han brincado en mi jardín.
Aunque sé que invariablemente
terminaré por cantarle
a esos dedos que no veo
a esa luna que tiene por boca
y a su mirada que no saco de mi
aunque lo intente parándome sin los pies.
Y que estas letras te sirvan de columpio:
mira la noche, el cielo está turbio
y sin embargo, cuando pienso que existes
en mi pedazo de azotea
vuelve a esclarecer.
miércoles, 24 de septiembre de 2008
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