lunes, 11 de agosto de 2008

Plegaria serena

Hierve mi sangre en ti
derrámala en el Sol mientras duerma.
Róbame mi oculta ternura
y viértela sobre tus mares.

Abre mi puerto y lávalo con tu savia
Endulza la sal de mis batallas
y encalla en el trueno
de mi latir.

Llueve mis dos estrellas
situadas cada una donde el Sol
nace y se pone.

Atraviesa con tu dulce saeta
mi trozo de luna;
inyéctale el blanco que nos alumbra.

Guía mis dedos donde tu silo:
viajar por tu espacio
es todo lo que te pido.

Adopta la dulzura
que hay detrás de mis ojos.
Vuélvete eterno, hombre-sueño
envuélveme en tu corazón.

Dame tus horas
para enjugarlas en mis resquicios
déjame dibujar tu cara
acepta mi cariño.

Dime que es posible
vivir el sueño que ayer tuve:
hacer de tus letras una barquita
que me lleve hasta donde
tus caricias
en el ombligo de la Luna.

Porque para una mujer
no hay nada más sagrado
que desnudarse la piel y el alma
frente al ser
que sepa entender su ternura
y el linaje del Dios Eros.

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