miércoles, 20 de agosto de 2008

La Vida después de la Muerte.

Miro bien hacia tu pecho
sospecho que dentro de él existe una cajita de música;
y al entrar sigilosamente observo
un corazón de rubíes con la partitura dentro
del Himno a la Alegría de tu autoría
de un Himno al Amor que ni la Piaff conocía...

Como soy una buscadora eterna de la música que los otros
no escuchan
me aviento buscando un lugar que me permita escucharte mejor;
Siempre en completa y negada osadía.

El oleaje bermejo de tu turbulencia siempre viva
me hace descubrir
(sin querer y feliz por ello)
que tus aguas rojas le reaniman a cualquiera sus días
siempre y cuando en ellas las ropas sepan sumergir.

A contracorriente no se conseguiría nada
excepto
un mar rojo de aguas hipersaladas
turbias, como enojadas.

Yo prefiero nadar en el sigilo y a tientas:
hay brújulas dispersas por tu espina dorsal.

Me guían disparatadas al centro de tu universo
me sacan a patadas del caos y de lo incierto
y me tratan con dulzura y en silencio
para que yo encuentre la belleza que hay detrás de tus ojos
para que conecte mi mente con la sinapsis de tus neuronas
y para que entienda que dentro de tus manos
hay una luz especial
que me hace emerger
a la vida después de la muerte.

1 comentario:

mike dijo...

Wow!

¿qué hago? ¡me quedo sin halagos!
Ya sé... Te mando un montón de aplausos:

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y un besote :)