domingo, 3 de agosto de 2008

El Dragón de la China.

Los hijos de Zu Yii
y amigos lejanos de Towi
debieron pactar un trato
con algún dragón-demonio:

Su lenguaje es tan inasequible para todos los
que no vemos distorsionado el paisaje
por no
tener los ojos de rendija de alcancía

que en un descuido y
sus símbolos los aproximen lentos a una guerra
en donde el sajón imperial moriría para
regocijo de algunos antiyanquis

Regocijo que se teñiría de amarillo y rojo
cuando sus pies pequeños y
su sonrisa hipócrita
nos ciñan el cuerpo.

Figurita de porcelana barata
más bien parecen hechas de migajón;

A tus pies quieren que se rinda la Tierra
y poco les importan los movimientos
del Dragón

Telúrica de Placas que le llama el anglosajón.

Matan tibetanos y venden chucherías
dentro de cinco días serán acreedores de monedas
de oro, plata, bronce, plástico y virtuales:
todo sea por las benditas olimpiadas
recuerdo infame del honor en el hombre.

No sé qué carajos pasa con el cosmos
que hasta un eclipse total de sol les regala:
para mí significa una bendición de la vida...

En tanto el sol se aparee con la luna frente a todos
en occidente hervimos de deseos inasequibles y eternos
y en China
sus hijos más ancianos estarán gimiendo:
es la peor maldición que sobre su suelo caiga
un dragón que se come a los astros a su gente traba
el designio de un castigo merecido.

Habría que ver si en verdad
Mao Tsé Tung llora en los confines de su muro
o si por el contrario
ríe por el zapatazo que darán
sus hijos non gratos.

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