Me debes mi regalo de cumpleaños,
Nada
excepto que vuelvas
y hagas de mi cuerpo
la casa consagrada que fui para ti
desde el momento de nacer.
Me debes la tanda diaria de besos
calcetines, tarjetas y hojas perdidas
tus escritos en borrador
la fruta que debía partirte
los ojos de niño caprichoso a las seis
la nieve derretida en mi alma
cada vez que bailaras conmigo.
Una dedicatoria con tinta invisible
al despertar por la mañana.
Un poema en blanco
para olvidarme de esta poesía.
Para E. S.
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