domingo, 5 de octubre de 2014

Tengo añoralgia de tus huesos
del sonido de tus labios
al darme agua,
tengo distancia plena
por donde se cuelan
los espíritus de mi calma
y mi alma resplandece,
en el ritual de la invocación,
porque mientras más te amo,
más te llama.

Tengo un domingo plagado
de luces de octubre
que no se repiten,
tengo la úlcera a punto de gas
porque no tengo un avión
o cuatro llantas
para abrazarte, desnuda de mí,
y decirte que toda mi vida previa a ti
fue un desperdicio pleno.

Tengo veintiséis días de este mes
insondables,
incompletos,
con la angustísima sequedad
de la no fecha,
de la no piel y el no tacto.

Tengo tantas ganas de morderte el labio,
de lamerte el oído
volverme para siempre tu esclava
martirizarme y mutilarme
si fuera necesario
para esconderme solitaria
débil
sin ti, yo, la única reina
que escribe poesía
sobre su esquizofrénica soledad.

Tengo necesidad de decirte
que en el vagón de la vida y la muerte
está mi nombre escrito
con letras de páramo y vidrios verdes.

Tengo hambre lampa,
lampa lumbre
de tocarte y merecerte
de vivirme penetrada por ti
amada y protegida
por tu casa enhiesta.

Tengo una añoralgia de más treinta
un hijo concebido llamado angustia
cada vez que cae el sol
y tú no estás aquí para abrazarme.

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