viernes, 10 de octubre de 2014

Clara infancia
mansedumbre de cajeta
o barquito de papel a un costado
de la puerta amarilla.




Te soñé libre, iluminado
de Bengala y Bizancio
y creí que mi costumbre de seguirte
te sería ajena.




Mas tu voz se instaló en la claraboya
y ya de pronto eras campo abierto
turgencia de mares no habitados
un amor para untárselo en las palmas.




Vivo niña en el corazón más tierno
del hombre de luz
con mirada nacitura:


es que el sol le da en las alas de angel:
pasa por aquí
abrazado a mí
y el universo ríe.

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