La primera noche de verano
vacié mi alma pensando
que la fortuna es la palabra escrita.
Dejé algo de mí
y lo extraño aunque duela
algo en la carne
corrijo: al nivel del alma.
Así es la humanidad:
sufrimos por lo que nos minimiza
perpetuamos el estadío
en lo más agreste de la vida.
Jamás volteamos a ver
si otra oportunidad en el cielo
en los ojos de otro del no círculo
en las manos de un desprendido a destiempo.
Jamás nos creemos capaces
de ver si al anverso del llanto
hay algo llamado felicidad
voluntad de amar
fortuna premeditada.
Estoy pensando demasiado.
Eso pasa cuando algo de mí se ha ido
y es que el mundo está
como para untárselo con ternura.
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