De entre tu piel tomé la tiza
y escribí en la mía tu nombre,
mujer páramo.
Después grabé tu relato.
y era de oro y sed,
un ocre salido entre la niebla
No dijiste nada.
Me volverás la cara al lloverte,
guerrera amante
corazón de átomo y el todo.
Yo te daré
esta alegría enferma y sola
danzando la letra dentro de tu lengua.
y no nos curaremos nada
porque la muerte es también
a veces
la poesía.
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