Una mano con caminos y lunas
para apretar la vida
bailando un bolero
sin que a nadie le cause gracia.
Un beso emanado
desde el corazón
que aniquile el vértigo de los tiempos
iguales a los otros
-pero más ajenos.
Una caricia
que cueste la vida
o un día.
Una flor escrita para abandonarse
incluso de la propia alma.
Un trozo de chocolate
albahaca para contar lo que queda de sol.
Algo así como un amor tardío.
Tan tardío
como para cubrirse los párpados.
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