Curioseemos la vida
en peligro y nos toque una foca morada que nos diga
hacia dónde queda el Castillo de las Rosas Amarillas
y nos dirijamos cantando alguna de Brodway
cuando no eran tiempos de hambre y no comer.
Por supuesto que creíste que estaba bromeando.
Qué hermosas caderas tiene la chica.
Yo sólo tengo poemas para deshacer tu ímpetu cuasi descuartizador,
y mira que no digo tu nombre,
porque a estas alturas son varios apelativos, mi rey.
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