Tarde virgen de otoño enmudecida,
lo que brota de tu regadera cielo son estas flores tardías
que al sostenerse per se el sol
sus cuerpos no perecen entre las pestañas del apesadumbrado
transeúnte.
Hay una silla rota.
Es la misma que usamos
como remos
para atormentar con la madera podrida
a la inmanencia de un náufrago ser.
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