Torpeza de sueño y sudor
lentitud de la cama que camina en sentido opuesto
a tu cuerpo cansado:
la regadera también te rechaza
no son horas de pensar si existe dios,
el príncipe rana, la paz en el mundo,
el poema perfecto, la revolución.
Pensar en esa voz grave y agradecida.
Más valdría acercarse a la cama
y suprimir con ganas el superyó.
Algo fuerte nos aflige
a mis dedos y a mí.
Será que vivo en este resquicio
llamado pueblo amarillo.
Será que prefiero ser normal
morirme del aburrimiento
no ser tan estoica
no engriparme por estúpida cuestión.
Será que me quedé con las ganas
de platicar un ratito con el seis y media veces leído;
o simplemente disiparme gas-nube y ya.
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