Pienso en ti y me río: son tantas
las odiseas que no me dió Cupido,
y tanto el follaje negro empalmado
a este sexo encallado
en el islote de la univocidad.
Mojo tus bengalas
en estos fragmentos de vidrios incoloros,
recorro la curva que da hacia la anulación
de la fuerza centrífuga.
Me emborracho con tanta libertad.
Paro en tu nariz silente, establezco
el diálogo entre mi claroscuro y tu respiración:
háblame de ti a golpes de silencio,
todo se llena de callados por este día.
Apago mi voz.
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