viernes, 9 de octubre de 2009

En derredor de un muerto

Cuatro vidas
girando en derredor
de un muerto.

Cuatro pares de ojos
las playas que llaman los surcos en las manos
esa distancia entre el momento del nacimiento
y el de la verdadera vida
completamente ignoradas:

lo suyo es girar en derredor
de un prodigioso muerto.

Los hablantes de las nubes
acumuladas en el pelo
han erigido un templo en honor
a esa verdad:
no hay fé más sincera
que la que no se paga con mentiras,
se cree en el giro vital porque ahí se desplazan sus familias
cirros, nimbos, nubes abortadas,
no tanto por el placer de estar ahí.

Cuando los titanes murieron
de la luna bajó la sustancia
era semen, era noticia y era la infancia
mira bien el espejo acuífero
la playa es para flotar la piel
la tierra gira per se y desde ya.

Pero ellos cuatro giran
en derredor, y con movimiento cadencioso
casi lento, fúnebre paso, lúgubre ministerio,
en derredor de un escritor muerto.

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