viernes, 30 de octubre de 2009

Poemas de Muerte II, III, IV








Poema de Muerte II


Dulce elixir de la existencia
la memoria hace justos a los muertos
e injustos a los que viviendo creen estarlo.
Aquí no hay sombras, hay un hueco en la panza
tu flecha descarga ira y yo no siento diferencia alguna
entre dar y tener, quitar o mentir,
arrebatar o dimitir,
todo está dicho.

Vayamos a aquel parque plagado de bombas
son niños que juegan, ¿los ves?
no saben que están muertos de muerte violenta.
Mano de mujer purpúrea, secuestradora de sus padres
y sus hermanos mayores
y sus esperanzas todas
en esos harapos que igual saben a manto derrumbado en Berlín
que conversión cristiana o guerra musulmana.

Atrás solía haber un columpio
y un olor a nardos invadía la parcela de globo celeste.
Ellos buscan con los ojos en las manos
el tacto de la vida
ellos saborean con la lengua en sus frentes
la soledad catapultada
a mil años luz
desde la primera guerra.

Dulce elixir de la existencia
la memoria hace justos a los muertos
e injustos a los que viviendo creen estarlo.
Aquí no hay sombras, hay un hueco en la panza
tu flecha descarga ira y yo no siento diferencia alguna
entre dar y tener, quitar o mentir,
arrebatar o dimitir,
todo está dicho.

Reposa mi cuerpo tendido en aquél campo.
Sea el abono a la tierra fecunda
que heredo a mis hijos
al momento de morir a causa de ti.



Poema de Muerte III


Levanta la cara, niño,
yo también ando cansada de recoger almas a destiempo
tú sólo te subes a Caronte y ya.

Me empieza a molestar,
-lo digo con vehemencia suprema-
esta maña de pensar por mí,
de vivir por mí,
carajo, de hacer el trabajo por mí.

Nunca pensamos
-lo digo por todos los ojos que miramos
su andar contra la pared desde hace años luz-
que su imaginación inventara tantos artefactos
de muerte súbita y multitudinaria.

¿A dónde la inventiva
para crear la palabra mágica
continente de la belleza del universo
la pintura multidimensional y el sonido imitador
de Dios
-si es que lo hay
no recuerdo cuándo vi su cara en sus rostros-?

¿A dónde la vida en el árbol
a dónde la paz de los arcanos
los sueños, surrealísimos arquetipos,
canción del triunfo de algo que suene a luz
enmedio, a través y a pesar del Creador?

Levanta la cara, niño,
eres un niño aún.

Y el temor déjalo en tus balas.
No tienes permiso de esconderte
en el dedo índice de alguien más.

La libertad era tu condena.

Debiste leer a Sartre antes de encallar este barco.



Poema de Muerte IV. Puente / Intermezzo


Ojalá que mil millones de versos
se cuelen, se claven
y te canten entre tus costillas.

El final ha muerto. Que viva el fin.

Un puñado de estrellas tristes
se funden con el foco violáceo
de mi guarida.

La ausencia es la madre partida.

Que el tiempo te sobre allá
lejos y mejor.


(*3)

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