Ya no te llamaré, los vestidos rahídos, tigre.
Habrá más amor en el silencio
en el perfume a naranjo de tus rayas
erotizándome sin saberlo tú
porque huías, obscecado devoto del semen.
Ya no te volveré el rostro, tigre,
hay como cien mil luces de fuego tierno
fuego amante
que te dicen que el sendero es la luz
y tú no haces caso.
Ya no te lavaré en el sueño, tigre,
toda la espuma deja de ser rabia amante
toda la lluvia ha sido creada para ti
porque te he amado.
Y por eso no preciso buscarte.
lunes, 19 de agosto de 2013
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