Nunca regresará la infancia
nunca la niña y los pies en el pasto de su pequeña casa
nunca la bici sin andar
nunca la inmarcesible distancia
entre la magia del chocolate
y la figura curvilínea.
No importa.
No he de cantar rondas
pero tampoco estoy para firmar mi epitafio.
Yo soy la última nave que he de quemar
cuando las luces se apaguen
y el mundo gire hacia el silencio.
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