Pareciera que el árbol sabe de cortezas
tan sólo por ser árbol
o que el sabio sabe de datos complejos
porque lo engendró la filosofía.
Puede ser.
Pero por si las dudas,
vengo a decirte, poesía aparte,
que te amo con la fuerza de mi rayo loco
y la ternura de mi pelo.
También con la locura de mi niña
y mis ojos atentos al sol, tu sol
cuando abres la puerta del cielo
y me das tu erótico abrazo.
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