Yo tuve una muñeca, un vestido, una lengua
dos, tres, hasta cuatro
para lamer al mundo desde sus orígenes
para adentrarme a mi madre
cuando hablaba el lenguaje del silencio.
Yo tuve una risa, una mujer
poesía en mis yemas,
la piel de fuego quemando juventud
un par de ojos que leyeron
la proximidad del mundo y su distancia.
Poseí sueños, un almanaque privado
danzas sin estrenar entre rieles
frutos, dátiles y corazones
para colorear los escenarios.
Tuve amor, demasiado amor, y también treinta años
nací con ellos y llegué hasta ellos
y con el sol doré sus puntas
para coserme la boca mientras cantaba.
Tuve lo mismo en la mano izquierda
que en la diestra
y todo lo entregué
hasta quedarme vacía.
Yo tuve un nombre y un espejo
y frente a él sonreí cuando me fue posible.
Yo tuve cuatro sueños
y en cada uno me comí al mundo
un sólo continente
mi propia bitácora del viaje.
Que deje de ser todo arena
y vuelvan mis edificios.
Que deje de ser tierra agreste
y regresen mis castillos
yo, princesa del aire, reina del silencio
vasalla de la música
suplico esta noche mi regreso.
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