Un toque sagrado entre los dos
un toque de luz en la madrugada de Dios
(Dios madruga cuando un par de labios
hacen click de un momento a otro).
Pensaba en tu cielo
y tocaste mi espíritu,
el ordenador en nuestras manos
(el viaje no tendría por qué ser
sobremedida romántico.
Tú sólo asume que viajamos juntos
a un mismo sonido),
mis ojos lloviendo la purificación del dolor.
Te traje el resto de la tarde conmigo
y añoré tu mano amplia de hombre
alcanzándome la paz
un par de minutos
afuera del Edén.
Quise creer que llevaste mi voz
en tu pecho viril caminante
hacia un lugar donde viste morir el día.
Recuerdo haber alcanzado a escribir en mi frente
Quiera Dios que Dios vuelva a madrugar
todos los días
que le resten a este fragmento de mi tiempo
en el mundo.
Te confieso que siento aún las ganas
de decirte que lamento haber el trayecto demorado,
decirte a veces los miedos son bifurcaciones
hacia una vecina y burda realidad.
Pero algo hay aún en mí
que entera me callo.
Prefiero demostrarte con el tiempo
que hoy sólo quiero el camino recto
que me lleve hasta tu cuerpo.
Ya sólo quiero abandonarme
a tu entero corazón.
domingo, 26 de junio de 2011
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