sábado, 11 de junio de 2011

Atardecer en carretera

El crepúsculo,
jinete naranja de viento,
cabalga voraz los segundos
para fundirse
con el seno al aire
de su amada.
Y es de piedra y es violeta
y lo espera
como cuando se va por la mañana.

Tiende su escena rosa y dorada
sobre la pupila del que observa el silencio
para que nadie sepa del beso final
de esa jornada.

Después de eso,
nadie sabe el grito del combate
entre dos cuerpos amantes.
Sólo queda un plácido viento
sobre la alfombra caliente y gris
por la que caminamos.

Y entendemos que no hay agobio
sin redención del tiempo.


Para Teodora. Por el viaje corto
que es saber la vida desde la fotografía

2 comentarios:

Teodora dijo...

Gracias. Lo mas sincero "gracias" que te puedes imaginar. Lei estos versos dos, tres vezes y despus de nuevo. Sabes, es una de mis poemas preferidas, junto con algunas de Jacques Prevert. Tus palabras me hicieron recordar un perfume. Ase muchos anos ercribi algo sobre ese perfume. Buscare el texto. Creo que seria un buen complemento a tus versos, como la imagen de la joven esperando, aunque mis palabras son con mucho menos bellos que las tuyos.

Teodora dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.