Nunca dijimos el rechazo.
Yo nunca malgasté
las sílabas de tu nombre.
No te vi nacer la furia
ni provoqué la ira de la lluvia de tu cuerpo.
Tampoco dormí veinte horas diarias
tres meses
ni desnudé la hoja muda
tras el temblor de la ausencia.
Esta fecha la brinco con una cuerda
para situar la inocencia
enmedio de la fantasía.
Siempre te vi feliz,
inmarcesible guerrero de sol
y con eso escribí la nota final
de la sinfónica de esta historia.
Porque los corazones que han sabido querer
ven caleidoscopios rosas
en todas las ocasiones.
domingo, 12 de junio de 2011
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