jueves, 24 de abril de 2014

Oración de la segunda noche (y todas las subsiguientes)

Alcé mis brazos cansados
y depositó en ellos mi hombre el mareo.

Señor mío, vuélveme sabia
para reconocer su combate febril
y agradecerle su acto guerrero de amor
con mi espíritu centrado

en el verdadero oro de la vida:

su risa acariciándome las horas,
su sexo fertilizando mi oración de mujer,
su ternura dándole espacio a la mía,
su amor derribando rascacielos e instaurando paraísos.

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