miércoles, 16 de abril de 2014

Carta para dos voces amadas

Arrancada como en fotografía
recorrí varias cuadras 
uno o dos kilómetros 
música para ciegos. 

Arribé entonces en tu playa, hermana
prima amiga
y entonces esta nuestra tundra
estalagmitas como dulces
alfajor no es una palabra llana.

No preguntaré qué fue si no era beso 
los columpios y el perro 
quedaron en mármol por siempre. 

Y tu Gracia, nuestra gracia
apenas se levanta y ríe 
y no llora y mejor calla frente a la computadora
un vaso de agua

La tecnología es herrumbre, tus silencios
hermana
tus verbos acomodados a punto de ladrillo
y tu amor verdadero encapsulado
como raíz prometida 
para un martes mejor. 

Hoy yo la necesitaba. 

No será  y mejor este poema. 
Luego el hastío, luego las manos en los ojos
luego la misma miopía
pero luego mi alma llena de amor

porque ustedes lo han vivido y yo nunca
porque a mis treinta parezco de quince
y ustedes han enterado a sus recuerdos 
lo que era ser sangre hirviendo en la boca
y me miran absortas en mi absurdo merecido
tan esperado

Yo quise siempre un amor para guardar las notas bajo la cama
uno para llenar los libreros de polvo enamorado.

Ahora lo tengo. 
Y lo amo como algo sagrado. 

Hermana amiga prima
no preciso de un sí ni de un abrazo. 
Platicaré contigo quince años atrás

y de nuevo la risa. 

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