Es la textura de una tabla de cedro viejo
esta cuestión de dejarse barrer
por el infinitesimal ojo de la indiferencia.
La bolsita de papel sucia
recuerda lo humildes y exactos y venideros
que somos siempre frente al otro yo
asomado en la torpeza
de la palabra fin.
Se me acaban las palabras
algo muere dentro de mí.
Y quisiera saber si soy yo
o si la sustancia equilibrante escasea en mi sangre.
Ésa,
ésa, ¿la sientes correr?
Alguna vez le llamé amor.
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