Miraba la última luna llena de la década
cuando recordé que su luz al final
le entregó más que semántica a mi destino.
La contrariedad se queda siempre sola
al hablar de la completud;
y a pesar de eso soy paradoja en muchos instantes:
tú sabrás desde siempre
a qué me refiero cuando soy más que rosa cursi,
Venus atípica nacida en la tundra de tus reflejos
que alza sus brazos sólo para arrullarte
en la paz de mis silencios repletos de amor.
Al finalizar el rastro del camino de la cauda selene
supe lo que es el paso del umbral del nunca
a la eternidad de un beso en los bolsillos.
Parada final de mi autobús con nevera integrada
y cientos de estrellas para darte hasta el día de mi muerte.
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