Puedo juntar las manos
y alzar una oración por mí.
Pero no quiero.
Pido felicidad para los que me han hecho la vida existible:
a todos los llevo conmigo
aunque a veces no sepa decir que me hacen falta.
Larga vida a los cantadores
de mi existencia.
Es el creador el que se multiplica en sus ojos,
no en las plegarias de las oraciones parroquiales.
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